Algo que Nunca Volveré a Tener

René Girard, teórico literario decía que los seres humanos deseamos e incluso amamos aquello que también aman otros. Yo lo puedo confirmar por experiencia personal; mi vida amorosa esta llena de deseos frustrados por mujeres que estaban claramente fuera de mi alcance, por diversas circunstancias de la vida. Por eso creo que la teoría de Girard podría adaptarse perfectamente a mi experiencia.

Hace 6 años conocí a una mujer llamada Rocío, que puedo decir desde el primer momento en que la ví me enamore como un loco, pero la diferncia de edades y otras circunstancias hicieron que la relación no durara mucho. Rocío es de esas mujeres que te sorprende su belleza, inteligencia y personalidad. Y ahora viene lo importante ¿cómo conquistar a una mujer sofisticada?

¿Qúe hacer si tu pareja tiene más mundo que Phileas Fogg y más horas de cama que Cenicienta? Pues muy fácil dejarse llevar y aprender.

No pretendo meter presión a quien lo intente, pero tratar de ligar con una mujer sofisticada como Rocío, y salir bien librado, con su aprobación, con su ronroneo de gata satisfecha, es algo que luego uno puede imprimir en su tarjeta de presentación. Porque da más prestigio que una dirección general o un título nobiliario.
Solo la educación caballeresca impedirá al hombre que yazca con Rocio lo mismo que cuando te ligas a la mujer más guapa del antro y al otro día te vistes rápido para salir a contarlo.

Pero no es fácil. De hecho, la aventura puede ser más peligrosa ya que sabes que muchos han fracasdo en el intento de dominar a un ser mitológico cuya simple mirada puede derretir. Sabes que será exigente en todas las etapas del cortejo. Hay mujeres que son hermosas y sexuales, pero no saben apreciar un vino ni mantener una conversación. Hay otras que pueden ser muy cultas, pero fallan en la ausencia de sensualidad. Rocío es el jackpot. Igual que un duelista que lo mismo se bate a duelo con pistola que con florete, es capaz de superar al hombre en cualquier circunstancia del juego de la seducción.

Es decir que habrá que ser muy bueno en todo, se tiene que ser muy bueno conversando y por supuesto, en la cama, donde será dificil intimidarla, sonrojarla, sino más bien habra que acompañarla más allá de las fronteras sexuales más recatadas, para llegar a geografías de la imaginación en las que ella siempre habrá estado ya. Es un auténtico regalo encerrase en la habitación de un buen hotel con minibar y chocolates junto a alguien con quien todo vale en la complicidad audaz y que es capaz de convertir en algo sofisticado y elegante las más subterráneas y secretas propuestas del instinto.

Por lo tanto, lo que no se puede con Rocío es intentar darle lecciones, ir de gurú que la va a iniciar. Al revés: lo más inteligente es decidir que ella lleve el control, entregrase para ser uno el iniciado, el sorprendido, el que está dispuesto a descubrir espacios de la sensualidad a los que nadie le había llevado todavía. Tal vez el mejor modo de seducirla sea avivarle la ternura del alumno dispuesto a ser guiado, lleno de frescura y de ganas de conocimiento. Algo así como ser en sus manos lo mismo que Luke Skywalker en las de Yoda durante su aprendizaje eb Dagobah o como Audrey Hepburn en My Fair Lady, sólo que no para aprender a tocar el piano, sino a contentar a una mujer de la que el hombre puede salir cambiado, siempre que se deje y que no lo bloqueen los limites morales.